EN EL DIA DEL PADRE

La celebración del Día del Padre, nos lleva hoy a una reflexión muy particular lo más cómodo hubiese sido escribir unos hermosos párrafos inspirativos, pero la triste realidad de nuestro días nos mueve a meditar u poco más allá del regocijo propio de este tradicional festejo.

Qué día feliz puede ser para unos niños que perdieron a su querido padre en un asalto donde fue salvajemente asesinado; o victima de un robo, secuestro, pérdida de su empleo, etc. o, como ocurrió haces pocos días un padre que todas su vida dio muestra de ejemplar actitud hoy sufre la angustia por el dramático desenlace aclarecido en su hogar; y cómo superar ese inmenso dolor que lo desconsuela.

Ante lo expuesto, nos queda razonar muy detenidamente, en la importancia de potenciar los efectos y darles la prioridad que merecen nuestros seres queridos a muchos de los cuales tenemos abandonados o postergados por las prisas, los compromisos, las distancias.

Hoy que la comunicación familiar está prácticamente anulada, pues casi nadie conversa todos están secuestrados por la tele, el celular o las computadores vivimos atrapados por una tecnología agobiante dejando de lado la alegría que produce la plática amorosa y saludable con la familia.

El amor que conduce al respeto de nuestros mayores es lo que dará el sentido transcendente a nuestras vidas, por que el trato que seamos capaces de ofrecer ahora será el que recibiremos en nuestra senectud.

Recordemos que nuestros padres nos ayudó a dar los primeros pasos y esa lección perdurará por siempre por que así como él con dedicación y amor nos ayudó con esos primeros pasos será con esa misma actitud amorosa que los acompañaremos en sus últimos pasos.